JaeJoong no tenía el dinero como para
pagar un corte de cabello decente por lo que lo cortaba por sí mismo, y el
resultado siempre era: dos mechones más largos a sus lados, un cerquillo
irregular y gracioso y la parte detrás demasiado corta. Su guardarropa, conforme su cuerpo iba
creciendo, francamente no recuerda cómo lo consiguió, un desgastado
pantalón de mezclilla ahora lo usaba como bermudas junto a sus camisas a cuadros
que no podían estar con más arrugas y deslavadas en los codos.
No era el chico más pobre de Yongsan, porque conocía quienes debían
pedir dinero en las calles para comer, o lavar autos o robar, él al menos tenía
un empleo como mesero en uno de esos clubs nocturnos que se llenaba de
todo tipo de personas. El cual estaba en la parte más oscura y problemática del distrito,
el lugar le pagaba una miseria pero gracias a que vivía con su hyung, al menos
podía compartir los gastos. No se quejaba mucho de lo que tenía, después
de todo, la vida le había enseñado que las personas como él no tenían a derecho
a aspirar a algo más que sobrevivir para el día siguiente. El mundo
estaba dividido entre clavos y martillos y él, claramente desde que tuvo uso de
razón sabía que era solo un pequeño clavo.
Y realmente estaba acostumbrado, pero
ese día, se había levantado con una extraña incomodidad en el pecho,
que solamente se había agrandado más cuando vio por primera vez a
aquel joven castaño que no aparentaba tener más de diecinueve años.
Precisamente porque aquel tipo estaba ebrio, abandonado por sus amigos en
aquella mesa, y mostraba verdadera soledad en sus facciones, una cara que al
joven mesero le deprimió muchísimo. JaeJoong simplemente negó con la cabeza
mientras recogía las copas, apenado por el chico que vestía ropa cara. Podía
apostar a que lo asaltarían y su cuerpo estaría tirado en cualquier callejón
por la mañana. Lo que no pudo prever fue
que pensar en eso le provocó cierta molestia, y hasta tuvo un insignificante sentimiento de
protección porque principalmente el muchacho de cabello cobrizo le recordaba un
poquito a sí mismo.
Fue por su bolso después de terminar
su turno, y fue ahí cuando se dio cuenta que el adolescente salía
tambaleándose del lugar, olvidando su abrigo en la silla. Y hacía mucho frio,
se dijo él al verlo. JaeJoong no lo
pensó dos veces, después de todo, su vida actualmente funcionaba por
medio de impulsos, así había terminado enrollándose con su hyung para
conseguir un lugar donde dormir.
Se despidió rápidamente de su compañera y
siguió silenciosamente a ese chico por las oscuras calles. Éste hablaba
en susurros, pero a JaeJoong le pareció que aún estaba consciente de lo
que sucedía a su alrededor, por lo que al menos así podría defenderse por si
alguien quería cortarle el cuello luego de haber sacado el grandísimo móvil de
última generación para, estúpidamente usarlo como linterna. Cuando decidió
regresar al camino usual y dirigirse al departamento de su hyung, el castaño
había caído de lleno al sucio suelo, quizás se había equivocado y no iba
tan lucido como esperaba. Dio media vuelta alejándose pero después
escuchó un leve quejido a sus espaldas. Su experiencia le señalaba que siguiera
caminando para alejarse, pero sus pies retrocedieron un par de pasos.
«Mierda» JaeJoong mientras regresaba
rápidamente hacia el chico, pensó preocupado de nuevo.
—¿Estás bien?
— ¿Te parece que
estoy bien? ¿No eres idiota? Me he caído al suelo.
—Por eso he preguntado.
—Desaparece —El menor se reincorporó. Caminando hacia la avenida. Estuvo a punto de
caer de nuevo pero JaeJoong le sujetó como pudo del antebrazo.
El chico que claramente era más
alto, deshizo bruscamente el agarre, pero a pesar de eso, aún no había
logrado equilibrarse, por lo que parecía que iba darle un buen beso al
concreto de la calle, y por última opción se aferró al mayor del cuello,
recargando todo su peso en el cuerpo más pequeño. El otro chico no estaba
preparado para soportar esa carga tan sorpresivamente. El resultado fue que ambos cayeron.
JaeJoong sobre el castaño, aulló por el dolor en su trasero. El otro chico se
retorció debajo, hasta que finalmente pudo empujarle con fuerza para quitárselo
de encima.
Después se levantó como pudo,
tomando su mochila de cuero. JaeJoong algo aturdido logró ponerse de pie,
colgando la suya marca Daebok sobre su hombro.
—Patoso —siseó el
menor, sacudiéndose los pantalones mientras le miraba con desdén. Pudo notar
sus mejillas sonrosadas por el alcohol.
—Debes pesar una
tonelada. Tú me tiraste al piso.
—¿Me estás diciendo gordo? —Los ojos
chocolate le vieron entre molestos y sorprendidos.
—Te estoy diciendo gigantón.
—¿Pero qué--
—Estaba preocupado. Creí que te
asaltarían ¿no vives aquí, cierto? ¿Puedes apagar ese teléfono linterna? Y
encima… estando borracho, estas calles son peligrosas y… ¿qué no sabes que
cualquier loco, que por cierto aquí hay muchísimos, puede solo acuchillarte por
la espalda? Debes tener algo más de sentido común, por favor —Sí cualquier otra persona estuviera escuchando dicha conversación pensarían que era la madre
regañando al hijo.
—No me conoces… —susurró el más joven algo sorprendido por notar la
preocupación del otro en su voz.
—¿Y? —Se encogió de
hombros.
El castaño a punto de contradecir, cerró la
boca al no encontrar las palabras ya que la situación no podría ser más
extraña. Decidió ignorar al chico a su lado que parecía no querer dejar
de seguirlo, ambos siguieron caminando hasta la avenida. JaeJoong pidió un
taxi, el otro chico, se lo ganó al subirse sin siquiera mirarle ni una
vez.
— ¡Pude haber salvado tu vida! —gritó
JaeJoong, esperando que el sujeto en el taxi le escuchara.
Pataleó infantilmente al aire.
Por casi una hora, temblando
incansable de frio y dando pequeños saltitos para entrar en calor de vez en
cuando, esperó a que un taxi pasara de nuevo por la desierta avenida, siendo de
la madrugada. Hasta que estuvo completamente seguro que el taxi en el cual se
había ido el menor era el último que pasaría decidió caminar hasta casa, maldiciendo
por lo bajo.
Se puso el gorro de su sudadera,
mientras ajustaba su bolso, y en ese
momento notó algo extraño. Este estaba más pesado de lo normal. Lo abrió
y su contenido le hizo jadear sorprendido.
Libros, una billetera... Para
no tentarse a sí mismo por el impulso de robar el dinero en esta última, tomo
uno de los libros con la nuca congelándosele. Éste poseía el logo de una
prestigiosa universidad en la zona más lujosa y céntrica de Seúl. No le sorprendió
que ese chico fuera alguno de ellos. Mañana podría ir a aquella universidad
antes de su turno vespertino para devolverlo, y también para recuperar el suyo.
Cuando abrió la billetera se encontró
con una tarjeta de identificación, dirección y todo. Colgó nuevamente el bolso en su hombro,
intentando leer en la oscuridad. Fue ahí cuando sintió un tirón alrededor de su
cintura, y una de esas navajas, que él mismo conocía muy bien, presionando
levemente contra su espalda.
Al final, él sería a quien
asaltarían. Puso los ojos en blanco.
— ¿Quieres el bolso? Lo siento, pero
no es mío así que debo regresarlo… ¡Hey! — sintió el filo presionar aún
más. —Tranquilo. Solo hay libros aquí, de verdad—. Un brazo rodeó su
cuello, el libro que sostenía su mano cayó al piso.
Ésto se tornaba peligroso y aún mucho
más cuando el sujeto se pegó demasiado a su cuerpo, mucho más de lo necesario
para mantenerle inmóvil. El muy maldito no solo quería el
bolso, este incluso había caído de su hombro hasta sus pies.
JaeJoong se enfureció, tal vez
entendía un robo, él sabía perfectamente a lo que la pobreza podía llevarte a
hacer pero lo otro no tenía ninguna relación con esta.
—¡Soy un
hoooombre, viejo degenerado!
Aún a pesar de eso, no forcejeó y se
dejó hacer, esperando a que el tipo se distrajera para poder tomar la navaja.
Lo demás sería más fácil.
El pelinegro lentamente estiró
el brazo que no estaba doblado hacía atrás tan dolorosamente. Le sintió el
aliento en la oreja. JaeJoong mordió sus labios, pensando seriamente en levantar su pierna
para golpear aquella zona blanda cuando escuchó un frenazo. Su pulso fue aún
más rápido ya que reconocería aquella motocicleta que veía a lo lejos en donde
sea, incluyendo al conductor.
Quien aceleró ruidosamente, llegó
hasta donde estaba JaeJoong y su
acompañante. El pelinegro apenas pudo reaccionar cuando el chico del
casco lanzó un puñetazo, esquivándolo perfectamente a él, hasta la
mejilla del hombre mayor, quien cayó a sus pies. El hyung de JaeJoong pateó la
mano del tipo con una de sus pesadas botas negras, lanzando la navaja a varios metros.
—¡Espera, hyung! —JaeJoong le tomó de
los hombros con miedo cuando vio cómo su
compañero sacaba de su chaqueta la automática—. No es para tanto, EunJae.
El menor lo abrazó con fuerzas
mientras el pelirrojo trataba de zafarse
para lograr su cometido. El ladrón aprovechó la pequeña discusión para
tomar el bolso que estaba cerca de él y salió corriendo hacia uno de los
callejones. EunJae le persiguió aventando su casco para ir más rápido,
incluso levantando el arma, dispuesto a jalar del gatillo.
— ¡Hyung! —JaeJoong apareció agitado,
corriendo detrás suyo—. ¿Estás loco?
— ¿Así es como me agradeces por
salvarte? —preguntó el pelirrojo visiblemente molesto.
—Así es como me preocupo por ti…—JaeJoong
tomó su mano, apretándola un poco — Gracias.
—Te estabas tardando demasiado. Estaba
preocupado así que salí a buscarte. ¿Y ahora no sólo te estaban asaltando
si no que…? A partir de ahora yo te recojo del trabajo —siseó EunJae—. Ahora
déjame ir a recuperar tus cosas —susurró, buscando con la mirada algún
posible camino por tomar.
—En realidad no es mío. Lo tomé
por error.
— ¿Y el tuyo?
Jaejoong se percató de algo muy
importante. ¿Cómo iría con ese castaño con las manos vacías pidiendo
su bolso de vuelta? — ¡El tiene el mío con mi dinero y mis cosas…! Eish… ¿Cómo
voy a recuperarlo?
—¿Qué llevabas allí? ¿Quién lo tiene?
—Un idiota que estaba en el trabajo.
—Ah.
—Mi amada
tarjeta de débito —Revolvió sus cabellos con ambas manos—. Y….
y ¿debería ir a buscarlo?
—Puedo buscar a ese imbécil y
recuperarlo— Insistiendo, el mayor se encogió de hombros como si no fuera la
gran cosa.
—Olvídalo ¿Tú lo que quieres es
acción está noche, no? —murmuró sin pensar.
—Sabes que siempre quiero. —Se burló
EunJae por el doble sentido, acercándose amenazante al pelinegro.
JaeJoong le entregó el casco negro al
mayor poniéndolo entre sus cuerpos para hacer distancia, evitándose el lujo de
rechazarlo directamente, no podría, el miedo era una razón.
—Tengo sueño y estoy preocupado. — Se
quejó, con toda la lástima que fuese capaz de dar con su rostro afligido,
dejando una vez más, su orgullo de lado.
—Puedo distraerte fácilmente —le
susurró al oído, JaeJoong tensó la mandíbula.
Abrazó a su hyung por la cintura,
recargándose en el frio pecho—. Quiero dormir, así recuperaré energías ¿está
bien? Tengo mucho sueño y estoy asustado.
Apretó sus labios en una línea recta,
cuando el pelirrojo besó su frente, y supo que esa noche se había
salvado. Si había algo que había aprendido de su hyung, era que cuando hacia
ese tipo de gestos sería porque lo dejaría en paz. Aunque
momentáneamente sintió pena consigo mismo, engañar estaba mal, hacer como que lo quería
era algo despreciable… Abrazó con más fuerza a su hyung. Este lo
malinterpretó porque besó sus labios ligeramente.
JaeJoong bajó la vista apenado
consigo mismo, deprimiéndose de nuevo. Ambos regresaron hasta donde se
encontraba la motocicleta. El mayor le puso el casco y le sonrió con
sutileza. Antes de subir, JaeJoong regresó por el libro tirado en la
calle.
«Al menos podré
regresarle algo», pensó JaeJoong, igualmente ese
niño rico tendría que comprender que no había sido su intención perder sus
cosas.
Suspiró no muy seguro de esto último,
pero no debía ser tan negativo al respecto. Lo peor que podría suceder es que
tuviera que comprarle el libro faltante ¿no? Y la billetera, bueno… algo se le
iba a ocurrir para excusarse del porque
faltaba.
— ¿Jae?
—Ya voy —JaeJoong subió, rodeando con
un brazo la cintura del pelirrojo.
Se recargó levemente en la espalda
del mayor, finalmente podía sentir el cansancio de un día tan pesado. Sus ojos
se cerraban. De un momento a otro, le había dado sueño y la sensación
incomoda en su pecho aparecía de nuevo. Aquella resignación y pesadumbre no se
iba.
Pero ya debería estar acostumbrado a
vivir de esa forma. Los cabellos algo largos del otro chico le picaban la
mejilla, por él sentía algo de afecto, pero definitivamente no le gustaba de
esa forma. No le gustaban los hombres, y para él, era lo más humillante que
tenía que soportar. El fingir esa especie de relación amorosa con aquel
chico, todo porque de esa forma tenía un lugar seguro donde estar, donde
sentirse protegido. Porque definitivamente valerse por sí mismo no era una
opción. JaeJoong, a sus cortos años de
vida había experimentado la verdadera soledad, esa desesperación en que
los días eran iguales, el tiempo se detenía y él nunca podría salir de esa
pesadilla.
Por lo que absolutamente preferiría
mil veces estar con EunJae hyung a tener
que regresar a eso.
Aferró aquel libro con el
brazo libre a su pecho.
Cerró los ojos, disfrutando la brisa
nocturna, tratando de no pensar mucho en sus demonios internos. Y después aunque en motocicleta podía ser difícil, él
estuvo a punto de quedarse dormido debido al cansancio de otra dura jornada,
durante el camino al departamento de EunJae.
*
*
Despertó exactamente a las cinco y
media. Con un dolor de cabeza torturándole, pero aun así se obligó a tomar una ducha
rápida.
Shim ChangMin bebía café con leche y
muchísima azúcar, para luego abrir una de esos bocatas empaquetadas del
supermercado mientras encendía la televisión. El programa de cocina se
trasmitía, mostrando deliciosos platillos coreanos, ChangMin hizo un pequeño
puchero mirando de reojo su comida y la del programa. Suspiró, no le vendría
mal algo de kimbap hecho en casa.
Tomó dos capsulas suplementarias para
la resaca. Se había pasado anoche, todo por culpa de Yoochun quien le incitaba a terminarse cada
botella de soju qué pedía, alegando que no se cumplían veinte años todos los días. Pero al final de
todo el muy infeliz le había dejado por irse con aquella ex novia que se había
encontrado en el club. Ingrato, traidor… necesitaba conseguirse amigos de
verdad.
Vistió su chaqueta para salir,
mientras consultaba la hora en el reloj colgado en la pared, luego tomó su mochila del sofá, justo donde la había dejado
la noche de ayer. Se sorprendió al notarla realmente ligera, quizás
demasiado. Tomó asiento rápidamente, abriendo el cierre. La textura, los
cierres…
— ¿Qué? —susurró, incrédulo. El
contenido del bolso era una camisa negra y gris a cuadros, un anticuado mp3,
unos converse desgastados y una billetera masculina de Hello Kitty «¿Venden esta clases
de cosas?», pensó extrañado.
Cuando recordó, lo recordó, sus manos quedaron paralizadas por lo que la
mochila en un golpe sordo, estuvo en el suelo. Sus redondos ojos
castaños mirando sus uñas mordidas por ese insano habito que tenía.
Este no era su mochila, si bien era
de cuero negro, pero cuero de verdad. No era una imitación hecha en Corea como
esta y las correas eran más largas. Y su llavero de papas fritas debía colgar
del cierre principal.
Revisó el bolsillo frontal. No. Vacías. No podía ser.
Definitivamente, estaba en grandes
problemas. Era un estúpido por no haberlo guardado correctamente en algún
cajón cuando llegara de obtenerle.
Abrió la extraña billetera, esperando
encontrar alguna identificación o dirección. Había seiscientos dólares solamente
y una desgastada tarjetita del bar al que había ido anoche, lo que le hizo
entender que si hubiese sido un robo no hubiesen dejado aquel dinero.
Buscó en el pequeño cierre, encontró una foto en polaroid a
la mitad. Le pareció haber visto esa cara antes, era el chico que había estado
molestándolo anoche. Así que él se había quedado con el bolso del
irritante sujeto, sí. Tenía que encontrarlo.
Debía llamar a YooChun, él tenía que
saber la ubicación. Pero entonces recordó que su celular… ¿Dónde estaba su celular? ¿El taxi?
¿Dónde?
Arrojó la estúpida e inútil imitación
barata, maldiciéndose a sí mismo, después ésta chocó contra aquella lujosa
lámpara de diseñador. El caro artículo cayó al suelo, estrellándose de la
bombilla.
ChangMin gritó de frustración,
llevándose las manos para cubrir su boca.
Recogió la mochila, y descuidadamente la colgó en su hombro y salió
dando un portazo. En el mismo momento, el fuerte estruendo provocado por el
golpe de la madera, taladró su cabeza. Tuvo que recargarse levemente en
la puerta, presionando sus sienes en círculos. Hizo una mueca, pidiendo que las
capsulas hicieran su función rápido. Apenas podía enfocar bien los números para
marcar el código de la puerta y asegurarla.
Decidió usar las escaleras, en
vez del ascensor que podría hacerle sentir aún más mareado. Tardó quince
minutos en llegar al estacionamiento, cuando finalmente visualizó su jaguar plateado y por un momento de forma paranoica pensó que
sus llaves estarían también en su mochila perdida. Suspiró aliviado, revisando
en el bolsillo de su liguera chaqueta. Sus llaves estaban ahí, a salvo.
Tuvo que agradecer solo un poco a
YooChun, por llegar ayer a su departamento repentinamente y así no tener que
usar su precioso auto. Después de todo era el bebé de ChangMin. Su segundo amor después
de la comida.
Con profunda devoción, el rostro
ahora relajado de ChangMin le sonrió tiernamente al hermoso color plata.
Cuidadosamente cerró la puerta al entrar al vehículo, aunque arrojó el pedazo
de cuero falso al asiento copiloto, la foto de polaroid y uno de los
zapatos, salieron accidentalmente de la bolsa.
Su sonrisa se amplió al escuchar el
suave sonido del motor. El interior del auto estaba impecable, y aquel
relajante aroma a nuevo era el favorito de ChangMin. Sintió un calorcito
internándose en su estomago. Su Jaguar siempre le consolaba.
Su humor iba mejorando poco a poco,
así como el dolor de cabeza desaparecía. ¿Por qué preocuparse demasiado
después de todo? Solo debía buscar a Yoochun para saber la dirección del
lugar y hablar de forma civilizada con el muchacho que debía tener su moldir.
En el peor de los casos, si aquel
chico no le regresaba lo que era suyo, bien, ChangMin estaba seguro que él no
sería el único que estaría en problemas. A decir verdad, ChangMin dio un poco de miedo
en aquel momento mientras tantas ideas
le pasaban por su cabecita. Su sonrisa se mantenía tensa, sus ojos parecieron
mucho más grandes y sus manos apretaron fuertemente el volante. Dio una vuelta
peligrosa y rápida, si no lo recuperaba entonces no sólo él estaría
definitivamente muy muerto. También el pálido chico pelinegro con el corte de
cabello criminal que tenía aparecía en la polaroid mugrienta.
*
*
*
*
— ¿A dónde vas? —preguntó EunJae
soñoliento, tallando sus ojos con el dorso de la mano. Era adorable, ¿por qué
no solo se enamoraba de él y hacía su vida mucho más fácil y hasta, bueno,
feliz?
Jaejoong estaba en la puerta del departamento,
a punto de salir. Había puesto especial atención a su cabello, usualmente
simplemente lo peinaba un poco con sus dedos y se convencía que le importaba
una mierda que los mechones negros siempre se dirigieran a todos lados para
desafiar a las leyes de gravedad. Hoy lo había cepillado cuidadosamente, usando
un broche morado para atar los mechones más largos hacía atrás.
Sin embargo, no sabía exactamente
porque esa mañana había puesto tanta atención a su imagen cuando nunca lo
hacía. El rostro de aquel castaño apareció en su mente de pronto. Bueno, esa no era la razón, al
menos Kim JaeJoong prefería pensar que se debía a que iría a la parte rica de
la ciudad, y no quería que la gente lo viera demasiado. Siempre le pasaba
cuando acudía allí. Como si fuera algo que la gente tuviera pegado en su zapato,
lo miraban con desdén.
—Tengo que salir—pronunció cuando su
hyung le abrazó por la espalda, impidiéndole avanzar.
—Quédate, hagamos otra cosa, hermoso.
—EunJae hyung, por favor—Jaejoong se
removió solo un poco entre los brazos, entrelazó sus dedos con el mayor y
suavemente deshizo el agarre—. No voy a tardar.
El pelirrojo entrecerró los ojos,
mirándolo mal, enfurruñado. JaeJoong mordió su labio inferior, no le
gustaba para nada cuando su hyung se molestaba aunque fuera solo un poco con
él. Aquel inmenso miedo a que lo echara a la calle reaparecía cuando veía su
rostro enojado. JaeJoong suspiró, resignado a
sacrificarse por la causa. Después de todo era cierto, casi por dos
semanas había estado evitando a EunJae, después de lo que había pasado. Y
es que aún no lo podía creer, su primera vez… con él.
— ¿Estás enojado?
— ¿Tú qué crees?, ¿Qué fue eso
de irte a dormir al sofá a mitad de la noche? — preguntó con esa voz
aterciopelada—. Y ahora simplemente te ibas sin decirme nada.
—No te enojes, por favor. —JaeJoong
respiró profundamente, tomó la mano del mayor. EunJae hizo ademan de
soltarse pero cuando los labios del pelinegro besaron los suyos, desistió
inclinándose para profundizar el beso.
JaeJoong tuvo que soportarlo por casi
un minuto hasta que EunJae sujetó su cintura fuertemente, atrayéndolo al
interior.
Tomó ambas mejillas del pelirrojo
para alejarse, hizo pucheros.
—No quiero que te enojes conmigo,
hyung—le dijo algo que por lo menos era cierto.
—Humm…—EunJae sonrió de medio lado,
enternecido. Besó la mejilla del menor—. Tienes una hora, ni más ni menos.
JaeJoong rehuyó a esa mirada,
resistiendo las ganas de limpiar su boca. Él no podía negar que EunJae era
un joven de veinticinco años realmente apuesto pero el problema es que a
JaeJoong no le gustaba de esa forma. Lo quería mucho, sí. Pero estaba casi
convencido que había algo mal en él que no le dejaba confiarse del todo.
Tomó la deshilachada mochila de
tela colgándola en su hombro.
—Hasta luego… c-ca-ri... ño.
A sí mismo, giró sobre sus
talones mordiendo su labio. No queriendo ver una vez más el rostro del
otro chico. Caminó calle arriba hasta tomar el autobús.
Se sentó muy atrás de este y sacó el
libro que regresaría. Pasó sus dedos por la superficie.
—Shim ChangMin —susurró.
Recordaba el nombre ya que había leído la identificación.
Los grandes ojos color
chocolate que había visto tan de cerca la noche anterior vinieron a su
mente. Negó con la cabeza aturdida por sus pensamientos, guardo el libro
rápidamente en la mochila.
Tuvo que tomar dos camiones,
tardando más de media hora en llegar a la zona céntrica de Seúl. Había venido
aquí cuando… alguna vez, si no mal
recordaba. JaeJoong admiraba los grandes y lujosos edificios, las personas
caminaban rápidamente, las calles estaban realmente limpias.
Todo era tan diferente al lugar donde
JaeJoong había vivido siempre, sin embargo se prometió que algún día
caminaría por las avenidas abarrotadas de gente disfrutando del hermoso
paisaje de urbanización sin ninguna de
las preocupaciones que tenía ahora. Recargó su cabeza en la
ventana, reprimiendo un suspiro. A veces no se entendía a sí mismo,
días simplemente quería mantenerse como estaba justo ahora, engañando a
EunJae con sentimientos falsos, trabajar para sobrevivir, solo eso. Después se
sentía mal, con ganas de decir ¡basta!
Tomó la mochila, bajando
del vehículo. Según las indicaciones que le habían dado cuando subió al
segundo camión, estaba en Seodaemun. Allí donde se supone la universidad estaría. Caminó un par de
cuadras, distrayéndose un par de veces en las vitrinas de los
locales, viendo las cosas que jamás podría comprar. Dirigió la vista al
frente, a lo lejos. Visualizó un enorme edificio un tanto moderno. Yonsei, leyó en
las placas de uno de los muros.
Por un momento pensó que no lo
dejarían entrar, que le pedirían alguna identificación, pero tantos jóvenes
entraban y salían por lo que se entremezcló en un pequeño
grupo. Seis iban metidos en su plática, pero uno de ellos no.
Casualmente fue con quien JaeJoong chocó por estar mirando a otro lado
vigilando a los guardias mientras caminaba.
—Disculpe —susurró bajito, tratando
de pasar desapercibido para finalmente poder alejarse del campo visual de
los vigilantes.
—¿Invadiendo el espacio personal de
la gente? —YooChun negó con la cabeza, chasqueando la lengua con diversión.
—E-e-h… no es así.
JaeJoong se adelantó como si no lo
hubiese escuchando pero el otro chico lo alcanzó rápidamente.
— ¿De verdad, JaeJoong? —Alzó una
ceja, sonriendo.
— ¿Cómo sabes mi nombre? — JaeJoong
volteó a ambos lados. ¿Por qué ese chico sabía quién era?
—Nunca olvido un rostro y menos uno
tan bonito como el tuyo—Bajó la voz—. Menos ese cabello…—Carraspeó sonriendo
con los ojos cerrados—. Hablamos un segundo ayer, en el club, bien en
realidad te pedí unas bebidas. Tú uniforme tenía tu nombre. Además no
dejabas de ver a mi amigo ¿eh? Incluso mi ex lo notó — YooChun palmeó
la espalda de JaeJoong—. Pero no puedes ser tan obvio para venir a buscarlo
directamente. Cualquiera diría que estás con intenciones de acosarlo.
— ¡No lo estoy acosando! — gritó en
un susurro, intentando no llamar la atención. Se alejó del chico que vestía
ropa costosa
—Oh, sí, sí seguro —se rió, guiñándole
un ojo de forma cómplice.
—Es en serio —JaeJoong rebuscó en su
mochila. Sacando el libro de ChangMin—. Esto es de tu amigo, él se quedó
con mochila, así que vine a que me lo devolviera.
—Ahhhhhhh. ¿Ustedes
durmieron juntos? — YooChun cubrió su boca, divertido. Vaya que ChangMin habia disfrutado su
cumpleaños. ¡Y él que se había sentido
tan solo un poco mal por haberlo abandonado en el club sin avisarle! Bien,
intentó sentirse culpable.
— ¡Que! ¿Cómo se te ocurre eso?
—preguntó JaeJoong escandalizado.
—Oh, vamos… se quedaron con las cosas
del otro…
El pelinegro le interrumpió: —Como
sea. Necesito hablar con él. ¿Sabes dónde puedo encontrarlo?
—No tenemos la misma clase
pero puedo llevarte hasta él. Siempre llega a la misma hora, puntual, siempre, es un maniático del orden—
YooChun le sonrió amablemente, por un solo un rápido instante JaeJoong creyó
que era una buena persona—. Haré todo lo que me pidas. ¡Oh! ¡Mi ChangMini ya no
es virgen! ¡Gracias, JaeJoong!
Un instante cortísimo.
*
*
*
ChangMin estacionó su preciado jaguar
con mucho orgullo. Caminó por el estacionamiento para estudiantes a pasos
rápidos dados por sus largas piernas.
Hasta que dicha sonrisa desapareció
cuando visualizó a su mejor amigo YooChun sonriendo, mostrando todos sus
dientes. Movía su brazo de arriba abajo para llamar sus atención, casi, casi
con desesperación.
—¡Aquí, aquí!
Suspiró.
No estaba para esa cosa (YooChun) hoy. Esa clase de
expresión siempre aparecía cuando YooChun arreglaba una cita con alguna chica
para él.
Pensó en ignorarlo por esta vez,
cuando recordó que tenía que saber la dirección del club. ¿Cómo pudo haberlo
olvidado? ¡La chequera estaba ahí!
Tristemente, su herencia estaba
dividida en cuatro partes; diez millones, veinte, veinte y otros diez. Le
habían entregado la chequera , con la clave y firma, la cual ChangMin podría pasar el
dinero de la cuenta de su abuelo a la suya. Pasaría otro año para que volvieran
a darle otro cheque firmado. Hasta cumplir los treinta años recibiría toda la
exorbitante cantidad de sesenta millones de dólares. Por mientras
recibiría un cheque por año hasta alcanzar determinada edad. Todo un
fastidio. Y lo peor de todo es que debía buscar al muchacho para recuperar su
clave. Solo una vez se le era entregada personalmente, además el abogado de su abuelo
se había ido a América, sería casi imposible poder ponerse en contacto con él
para pedirle la clave u otra chequera. Principalmente porque no había tenido la
precaución de pedirle su número de teléfono o algo.
Se detuvo en seco. ¿Entonces no
podría cobrar nunca el dinero? ¿O tendría esperar hasta el
año siguiente a que el abogado regresará a Corea para hablarle del incidente?
¿Qué haría sin dinero por todo un año?
Él recuperaría ese pedacito de papel
demasiado valioso, tenía que hacerlo. Era de vida o muerte que lo hiciera a más tardar, unos tres meses.
Repentinamente una mano en su hombro
lo sobresaltó.
— ¡ChangMin-ah! ¡Estaba llamándote!
—YooChun, necesito que me lleves a
ese club de nuevo, por favor —. ChangMin pidió con determinación.
Al escucharlo, YooChun curvó una sonrisa gatuna.
—Ahh que lindos son ustedes. —
Murmuró con ternura después, negando con la cabeza, sacudió los cabellos de
ChangMin como si fuese un perrito.
— ¿De qué estás hablando? —El castaño
le miró como si se le hubiera zafado
otro tornillo.
— ¿Es amor a primera vista, verdad?
—YooChun le sonrió orgulloso. —Creces tan rápido, aún recuerdo
cuando te enamoraste de mi pastel de cumpleaños a los seis años. —Y volvió a
reír, pero esta vez abrazando a ChangMin.
—Estas… Drogado —siseó, zafándose
rápidamente de los brazos de quien comenzaba a tenerle miedo.
—No, no, hoy no— YooChun ignoró el
gesto de ChangMin, rodeó con un brazo los hombros del menor, conduciéndolo
hacia el edificio más cercano, hasta las bancas del pequeño jardín frente a
este.
ChangMin le miraba desconfiado, hasta
que volteó al frente.
—¡Joongie! —gritó con esa gravísima
voz que tenía.
ChangMin visualizó a un muchacho pelinegro.
Era el chico de ayer.
Soltándose del brazo del mayor,
corrió hacia él.
YooChun apreció aquello enternecido, como lo más
romántico que había visto. ChangMin corriendo hacia su amado quien estaba
debajo de un árbol de cerezos.
—Ahh, el amor…
Tantos años había estado esperando a
que ese pequeño ChangMini tuviera una novia, incluso si fuese un
chico también estaba perfecto.
*
*
— ¿Y bien? —preguntó ChangMin,
algo molesto.
— ¿Shim Chang...?
—Sí.
JaeJoong desvió la mirada. Los ojos
de ChangMin, esos grandes ojos le ponían nervioso si de por sí ya la situación
era preocupante. El castaño de verdad parecía desesperado por tener sus cosas
de vuelta.
Sacó el libro de su mochila.
Entregándoselo al más alto quien lo observó interrogante.
— Falta algo—ChangMin no estaba ni un
poquito interesado en el libro, él quería LA mochila.
— ¿Eh? —preguntó. Se alejó un poco,
cuando después de preguntar ChangMin se acercó amenazante a él.
— ¿Dónde está?
—Escucha, yo…—piensa rápido, Kim
JaeJoong—. ¿Qué me dices de mis cosas?
—Está en mi auto, sígueme —JaeJoong
asintió. Caminando detrás de ChangMin, mientras veía la espalda de aquel alto
muchacho sintió miedo. ¿Y si había algo más ahí? ¿Y si esa mochila cuadrada era
una de esas que valían miles de wons, como a los ricos les gustaba
comprar? ¿Cómo le pagaría eso?
Su pulso se aceleró. Dio media
vuelta, alejándose del castaño unos pasos hacia atrás.
—Hey, ven aquí— siseó, abriendo la
puerta de su auto, tomó el bolso de JaeJoong y se lo dio bruscamente—. Dame el
mío.
JaeJoong lo apretó entre sus brazos,
sintiendo su ropa adentro. Los segundos pasaron sin que ninguno de los dos
hiciera algo.
— ¿Qué estas esperando? ¿No lo tienes
aquí? Vamos, no tengo tiempo— apremió el menor.
El pelinegro dio un paso hacia atrás.
—No —suspiró JaeJoong con los ojos cerrados,
resignado.
ChangMin lo tomó del cuello de la
camisa. — ¿Qué?—Le sacudió fuertemente—. ¿¡Estas de broma, verdad?
— ¡Me lo robaron! — JaeJoong como
pudo quitó las duras manos de su cuello—. ¡No fue mi culpa, tú me dejaste solo
y te fuiste en el taxi que pedí para MÍ! Después me asaltaron, ¡casi muero! No
fue justo. Se llevaron tus libros, tu billetera, ¡todo!
ChangMin le miraba con los ojos
totalmente abiertos—. Vamos, di que no es cierto…— susurró.
El pelinegro le miró preocupado de
que pudiese estar en shock, un ataque de nervios. —Te lo pagaré ¿está bien?
—Necesitarás toda tu vida, y a
siguiente y la vida de tus nietos—murmuró lentamente—. Diez millones. ¿Puedes
pagarme diez millones, verdad?
— ¿D-De wons? —Estaba a punto de
desmayarse.
—Dólares —Susurró ChangMin mirando a
la nada.
A JaeJoong le temblaron las rodillas.
4 comentarios:
Hola exactamente ahorita esta en el capitulo 11??
Sep. Estaba hasta el 13.2. Pero los corregí y acomodé para volverlos más largos y sin partes, entonces quedaron 11 caps xD
Aahhh el amor!!! (Wajajajaj ese yoochun m mato enserio mori)
Ajaja ok es el 1er cap y m encato
Tantos problemas ocasionados por una borrachera.
Espero que Min logre rescatar su número y que el ladrón no sepa de que se trata...
Gracias!!!
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