viernes, 19 de abril de 2013

Diary

Para Romi. Espero que te guste mucho, (lo hice con mucho cariño, espero que se un buen resultado ehe) y no me odies  tbh, algkdgdg Perdón si esta un poco largo xd

Diary


Él ha estado evitándome.



Y me disgusta no saber lo que sucede. Mucho menos si se trata de Jaejoong. Él habia  estado ausente desde hace cuatro semanas.  Ya no me llamaba, y cuando decidí hacerlo yo por primera vez, no contestó a su celular.  Por eso casi le obligué a pasar la noche en mi departamento, pero no pude hacer nada para sacarlo de su ensoñación  y el amanecer llegó sin algo especial en particular.

Jaejoong me dijo que tenía algo importante que tratar conmigo cuando nos despertamos.

Ni siquiera me dio el beso de buenos días para despertarme. Su expresión más que sería mientras me miraba  me intimidó un poco porque siempre esta saltando de un lado a otro en mi cama con toda la alegría del mundo. Así  qué de verdad creí que habia hecho algo que le molestará, algo serio, más allá de mis malos hábitos al comer o llegar inevitablemente tarde a cualquier cita que tuviésemos. Porque si fuese algo de eso; él lo hubiese arreglado con un golpe en mi brazo, lo doloroso de este dependería de la gravedad de mi falta. Pero no fue así. 

Como  tenía trabajo más tarde,  él aun estaba en pijama mientras que yo me preparaba para ir a mis prácticas en el hospital.

Entonces Jaejoong se acercó a mí antes de que tomase mis llaves.  No es usual entre nosotros, pero aun asi me incliné porque ingenuamente creí que quería darme un cursi beso despedida.

Y me dije ¿por qué no?


Pero no era eso.

A decir verdad no se habia acercado tanto como para que un beso fuera insinuado pero yo tenía de verdad muchas ganas de uno antes del largo día que me esperaba.


Como consecuencia, su frente chocó con mi mentón, y dolió como el infierno.


Creo que fue algo patético. 
Jaejoong mientras sobaba su frente,  siseo algo cómo: —No quería besarte, solo iba a…

A lo que yo balbuceé torpemente un ‘Lo siento’.
Y dolieron un poquito más que mi mentón esas palabras.  Asentí sin querer levantar la mirada hacia él porque de verdad me sentía rechazado, y con eso humillado.

Jaejoong siempre, siempre, desde el inicio de nuestra relación hace tres años, e incluso sospecho desde que éramos solo amigos, ha estado dispuesto a besarme con gusto en demasía.  Yo siempre era quien le ponía un límite a  sus muestras de cariño, cuando creía que estaban asfixiándome.

Jaejoong tocó mi mejilla y deposito un beso rápido en ella. “Vas tarde, Min, nos vemos después” Me apresuraba a irme. “Recuerda que hoy tenemos una cita a las siete. Adiós, adiós.”

Me empujó a la puerta, después la abrió  y me sacó de mi propio departamento. Antes de que pudiese cerrarla interpuse la punta de mi pie para detenerla, no me resistí.
Yo quería mi beso de verdad.

Entonces  tome ambos lados de su cara y presioné mis labios con los suyos de forma insistente.  El correspondió, pero no permitió que llegara a ser más profundo.
Me dio una última media sonrisa antes de cerrarme la puerta, prácticamente en la cara.

“Bien.”Me dije a mí mismo mientras bajaba por el ascensor hasta el estacionamiento “Debe estar estresado por su trabajo, por eso se comporta así.  Esta semana debe ser difícil.”

Me sentía mal, a pesar de no demostrarlo y de reprimirme en decírselo. En la noche  Jaejoong no me habia tocado como suele hacerlo. Solo me abrazó distraídamente, un pequeño beso en los labios y se durmió de inmediato, sin darme oportunidad a intentar algo.  Ni siquiera pude abrazarlo por la espalda porque se habia cubierto con todas las cobijas, creo que  incluso también con el sobrecama.

Caminé soportando el clima frío de la mañana —No tuve oportunidad de tomar mi chaqueta. Ignoré,  como usualmente debo hacerlo, a las  estudiantes  del último piso al salir  del edificio que me saludaban con un café en la mano y pastelillos. Pero ya no podía permitirme ser amable con ellas, no después de la semana de los celos que tuve que sufrir  a causa  de Jaejoong.

Tomé el primer taxi, antes de que el olor a desayuno de huevos fritos y tocino del restaurante que estaba en la parada de autobuses, me hiciera babear y rogar vilmente. Es que  llegaba tarde a mi horario, así que, no desayuno por ahora.

 Recargué mi cabeza en la ventana del auto, con la mirada fija en la que creía sería la ventana de mi departamento, siete pisos más arriba. Cómo aún las estrellas se veían un poco y el sol parecía estar tambien retrasado, pude notar como las luces eran apagadas.

Probablemente Jaejoong habría regresado a dormir un rato más. Deseé pedirle al taxi que diera reversa, para regresar, abrir la puerta y meterme  a la cama con él.

--
Ahora aquí sentado, en una de las bancas de descanso del hospital, no podía evitar pensar en que debí preguntarle directamente si  todo estaba bien.  Aunque hubiese dicho que sí, yo pude haber descubierto algo con tan sólo ver su expresión.

 Mi estomago gruñía, porque Jaejoong, sorprendentemente, no preparó mi desayuno. Y eso es aún más extraño. Jaejoong siempre está más que encantado en cocinar para mí.

Puse una mano sobre el hueco de mi vientre, ya casi podía sentir los huesos— Al menos  alucinaba que sobresalían si me levantaba la camisa, de verdad me sentía hambriento.

Trasculqué  en mi mochila buscando algo de cambio para la máquina expendedora, lo único que nosotros, los pobres estudiantes, teníamos permitido comprar. Pero no tenía ni un cinco.

Jaejoong tampoco había cocinado mi almuerzo. Él siempre lo hace, y tal vez, sólo tal vez estoy aprovechándome  pero nunca  pareció importarle, preparar algo como un obento. A Jaejoong le encantaba cocinar cosas japonesas para mí. ¿Por qué repentinamente ya no estaba haciéndolo?

Más de lo que me gustaría aceptar, duele un poquito. Este último tiempo, me ha dejado de lado. Lo peor es que no sé porqué. Continué frotando mi estomago sobre la bata blanca, deseando profundamente porque llegará la noche para  ir a comer con mi  ahora más inestable e indiferente novio.
Revisé el reloj de mi muñeca.

3:48 pm.

“No seas patético, Changmin. No se te ocurra si quiera el comenzar a contar los segundos.” Tapé el reloj con  la manga. Pero  la maldita cuenta regresiva  no quería largarse de mi mente.

El doctor que estaba encargado de guiarme en las practicas habia salido por una emergencia, así que no tenía nada que hacer durante el día aquí, a menos que alguna enfermera se dignara a notar que existía y me encomendará alguna tarea. Además la asistencia contaba para mi calificación, por lo que no podía irme así sin más.

Decidí que debería preguntar si podía marcharme, o si podría hacer algo por ahí que valiera algo.  Justo cuando estaba abriendo la puerta de la sala de médicos, mi estomago volvió a gruñir.

“Ya ya ya. Estaremos en casa pronto.” Le dije casi de forma amorosa, sobándolo como si adentro estuviese un bebé. Una de mis compañeras en el sillón, jugando con su laptop, me miro raro.
Quise pedirle dinero casualmente, pero no  le habia dirigido la palabra nunca, así que no me pareció muy educado hacerlo, además se habia alejado algunos metros de mí, supongo que debí haber estado murmurando en voz alta.


“El doctor Han dice que  probablemente no regresará hasta mañana debido a que la cirugía se complicó.” La única señorita recepcionista que parecía algo agradable, estaba ayudándome a contactarlo. “Por lo que puedes tomar el resto de la tarde.”

“¡Yosh!” Levanté las manos al techo. “Perfecto, muchas gracias.” Le dedique una enorme sonrisa, aunque ella se hubiese alejado también asustada por mi repentino grito. . No soy tan extraño pero no le di mucha importancia, incluso si las bajé de inmediato antes de parecer aún más raro frente a las demás personas en la sala de espera.

Giré sobre mis talones,  hacía mi casillero por mis cosas.

Al salir del hospital, no me molesté en quitarme la bata aún. Tomé de uno de los bolsillos, mi celular mientras iba caminando calle abajo, con los dos tirantes de la mochila en mis hombros. Revisando  la pantalla, con ese pequeño estremecimiento en el pecho, al ver que no habia ni un solo mensaje de Jae.

“Debe estar ocupado.” Me encogí de hombros, aunque mantenía el ceño fruncido.

 Mi estomago volvió a suplicar por alimentos, lo toqué suavemente, y gemí cuando un delicioso aroma a chapaguetti invadió mi nariz. Mi rostro volteó siguiendo el olor del picante y de los fideos hasta un puesto rodante cruzando la calle, justo por el parque frente al hospital. Se me hizo agua en la boca cuando vi a Taemin comprándolos, después  los estiraba con los palillos, el vapor surgía y los engullía deliciosamente.  Ni siquiera sé cómo es que en un abrir y cerrar de ojos ya estaba a su lado y le rogaba por un poco haciendo las dos manos juntas un huequito.

“No, hyung.” Masculló el hijo de uno de los doctores “Esto es sólo para los solteros. Es el día negro. Solteros.” Se negó.

“Pero…pero… yo  soy…”

“Ni hablar. No eres soltero, no debes.”

“Entonces préstame un par de wons.” Le urgí, observando el puesto a unos metros, mi estomago rugió con deseo.”

Taemin negó con la cabeza. “¿Qué dirá Jaejoong si sabe  que prácticamente lo negaste al comprar chapaguetti?” Su voz sonó ofendida.

Oficialmente lo pondría en mi lista de no-simpatizo-contigo.

Maldecí al pequeño bastardo acompañado con un ademan  algo agresivo antes de largarme de ahí, muy enojado.

Quería volver a casa, pero Jae y yo teníamos una cita…pero  yo quería comer ya.

Mordí  mis labios, tanteando mi tarjeta electrónica para el metro  con mi mano, justo enfrente de la estación. No me decidía entre irme directo a revisar mi refrigerador  o esperar a Jaejoong fuera de su trabajo para llevarlo conmigo.

¿Qué haría un genial y perfecto novio como yo en una situación como esta?

Me quité la bata blanca con el símbolo del hospital de Seúl antes de entrar a la escuela donde Jaejoong era el psicólogo de los alumnos.

El guardia del  edificio  era un buen amigo mío y siempre me dejaba entrar a las instalaciones, debido a  que charlaba con él mientras esperaba a mi novio y  por el tiempo en que habia pasado merodeando el lugar cuando Jaejoong y yo   todavía no comenzábamos a salir.  

No me digan que no es normal espiar un poquito a la persona que te gusta.

Subí las escaleras hasta el tercer piso, justo a un lado de la enfermería estaba la oficina de Jaejoong. A menudo se veían muchos estudiantes por ese pasillo, queriendo conseguir una cita con el adorable, amable y sexy psicólogo (yo tenía claro que debía ignorar a esos malditos pubertos).

Pero inusualmente el lugar estaba vacío.  Toqué varias veces a la puerta pero nadie respondió, por lo que  la forcé sin querer. No fue mi intención, nunca forzaría la puerta, ni siquiera cuando él esta bañándose… es malo—…está bien, lo hago todo el tiempo.


La habitación estaba vacía.  Incluso  el celular de Jaejoong estaba sobre el escritorio pero su bolso de Moldir, no. 

Tengo muchas ganas de hacérselo en su consultorio, sobre el escritorio y…., pero esa es otra historia, realmente.

Me percaté que el aire acondicionado no habia sido encendido, el perfume de Jaejoong no estaba en  el 
respaldo  acolchonado de su silla cuando me acerqué un poco para olfatear.

“Junsu. ¡Junsu!” Le grité al enfermero que debía estar en la oficina continua, cruzando mis brazos. “JUNSU.”

El pelirrojo abrió  la puerta tempestivamente.  “Changmin ¿puedes dejar de gritar? ¿Cómo entraste otra vez aquí?”

“¿Dónde está Jaejoong?” Le pregunté  imperativo, ignorando sus reclamos agudos.

“Pidió la salida temprano.”  Contestó de mal humor ahora. Se quitó las gafas e hizo un puchero. El cual no me pareció nada lindo.  Quizas con su novio, el maestro Yoochun funcionaba.

“¿Dónde está entonces?” Le pregunté  con el mismo tono, ambos estábamos en medio  de la habitación.

“¿No deberías saberlo? ¿Por qué no le llamas?” Movió la cabeza, señalando  el celular sobre la superficie de madera.  “Ops. Dejó aquí su celular…”  Canturreó, burlándose de mí. “¿Por qué lo habrá hecho?,  ese celular es como una extremidad de Joongie.”

“Sólo lo olvido. Es un torpe.”  Le dije.  Tomé  el aparato color blanco y  sólo al tacto la pantalla se desbloqueó, mostrando muchos mensajes sin leer.

Eran de Seungheon.

Un pequeño mocoso de dieciséis años, mi vecino. Este estúpidamente enamorado de Jaejoong, lo sé. Pero ¿por qué tiene su número telefónico? ¿Se lo pudo haber dado?
Chequeé el contenido,  frente a un sonriente Junsu, aguantándose la risa cuando comencé a quejarme del niño.
“¿Cómo se atreve a decirle Jaejoongie?” Murmuraba inconscientemente. “¿Qué son esas confianzas?”
Junsu se encogió de hombros, entretenido por mi pequeño e inusual ataque de celos. “No es divertido.” Le gruñí.

De forma inevitable solté algunos improperios cuando leí el último mensaje. Justo hace media hora.
«Jaejoongie-ah ¿Está todo listo?  4 pm.»

Junsu se asomó por sobre mi hombro poniéndose de puntitas, al leer el  contenido, silbó de asombro. 

Le di un codazo para alejarlo de mi espacio personal.

Guardé el celular en mi mochila, y maniobré para evitar al escandaloso hyung quien reía con su estúpido eukyangkyang  fuertemente.

“Y si a Jaejoong le gustan cada vez más jóvenes….” Me detuve.   Di media vuelta y le señalé con el dedo índice acusatoriamente.

 “Cállate. No digas eso.” Mi voz me avergonzó, pues habia salido aguda. Esto solo ocasionó otro ataque de risa por parte del más bajo.

“Seungheon, estudia aquí. Es realmente apuesto.” Me codeó Junsu.

Aiiiishhh “Azoté la puerta al cerrarla tras de mí. Terminando por largarme de ahí antes de que Yoochun se quedara sin delfín para jugar.
Y decidí por irme a casa, a descansar un rato y llenar mí estomago.

Tan pronto llegué a mi departamento,  saqué un paquete de  chepaguetti,  llené  con agua hirviendo hasta la línea  indicada y esperé diez minutos.

El envase humeante estaba frente a mí  mientras sentado en la mesa de la cocina, soplaba para  enfriarlo un poco.

“’¿Y ahora qué?” Susurré rompiendo el silencio. ¿Cómo este puede ser  incomodo estando yo solo?
Pues es una de mis capacidades especiales.

Jaejoong ya se habia ido hace mucho de aquí.

¿Dónde estaba?

No espero monitorearlo cada minuto del día, pero se suponía  que tendríamos una cita hoy.    Y eso significa que continuamente estaría enviando mensajitos cursis  como: “Amor, ya quiero verte.” “Estoy contando los segundos”   “Min, ¿Qué quieres que cocine para ti?”  y llamadas cariñosas desde el trabajo. (Eso incluso me ha metido en problemas en el hospital. Vergonzosos problemas. Todos  saben de lo mío con Jaejoong ahí.)

Vale. Lo admití. Jaejoong me tenía demasiado mal acostumbrado a su comportamiento de hyung molesto y cursi.

Extrañaba  eso, sin embargo.
¿Por qué ya no es así?  ¿Por qué ha estado tan ausente y…. frio?

Extraño sus besos.

“¿Y si es cierto? ¿Y si le gustan más jóvenes y me engaña con Seungheon?”  Susurré, con la mejilla recargada en mi mano.

Imaginé  toda clase de escenas en mi cabeza, y eso solo ayudo para hacerme rabiar y morderme las uñas.
Incluso olvidé que un  tazón de chapaguetti me esperaba.

Me puse pie y caminé hacía mi habitación, hasta la cama, me dejé caer en ella y me cubrí con las sabanas hasta la cabeza.

Sólo saqué mi mano para alcanzar el cajón al lado de mi cama,  tomar la pequeña caja. Aquella que contenía un precioso anillo de oro blanco con un rubí al centro.

Habia estado considerándolo por un buen tiempo. Estar para siempre con hyung… pero ahora… ¿qué debería hacer?

Repentinamente sólo quería dormir. No he podido hacerlo bien. Pasé la noche observando la lejana espalda de un Jaejoong durmiente, casi en el otro extremo de la cama. Preguntándome porque no me abrazaba y su respiración no estaba en mi cuello.


Cerré mis ojos con pensamientos tristes y nostálgicos





“Hyung ¿esta bien así?”

“Ngh…. No…no…. Un poco más arriba, Seungheon.”


“¿Estás seguro?”

“Sé de estas cosas, haz lo que digo. Mueve más tus dedos.”

“¿¡Hyung, estas bien?!”

“Ahg… ahgg… si solo escose un poco. Continúa con lo tuyo, nhggg.”


Me levanté tan rápido al escuchar esas voces, que caí de la cama dolorosamente hasta el piso, enredándome aún más con las sabanas.  Descalzo y con el cabello completamente desordenado, corrí a tropezones hasta  el origen de ellas.

Era Jaejoong. Estaba seguro.


 Escuché otro “quejido extraño”, antes si quiera de llegar a la cocina, grité cuando  el sonido de los trastes y la voz preocupada de Seungheon  llegó a mi oídos, perturbándome.

“¿¡Tú pequeño bastardo, que se supone que haces en MI casa con MI hombre?!”  Chillé cuando abrí la puerta, asomándome por la barrita donde solíamos desayunar –y hacer otras cosas, ejem.
                                                                                                                                        

El pequeño Seungheon se quedó quieto, con una langosta viva  apresando dolorosamente su mano.
Jaejoong llevaba el ridículo delantal de flores rosas y rojas, mientras que sostenía una bolsa de hielo contra el dorso de su derecha.

“¿Min? ¿Qué haces aquí?” susurró, abriendo mucho los ojos.

Simplemente olía delicioso y yo de verdad no estaba entendiendo nada.

 Él estar realmente desilusionado. ¿Acaso les había arruinado la diversión?  ¿En mi casa? ¿En serio?

“Hoy no puede ser, Seung-ah”

“Pero…. Llevamos… ¿Qué importa si no es perfecto?  Te has esforzado mucho” Replicó el menor, soltándose del animal medio vivo y dejándolo en el lavabo.

“De todas formas, debes ir a clases hoy.”

“Hyung. Yo quería…”

“Olvídalo,  Seungheon. Nos vemos después.” Revolvió sus cabellos, para después quitarse el delantal.  Ni siquiera volteó a mirarme y condujo al niño a la salida.

Escuché un “gracias de todas formas.”

Y cuando Jaejoong regresó,  quitándose el delantal y colgándolo en su lugar, a pesar de que no habia podido moverme anteriormente, caminé hasta él y lo tomé por el brazo un tanto brusco, pues había tomado su bolso y estaba a punto de irse también.


“Bien, hyung. Estoy harto, de verdad. Mucho.” Mi voz sonó muy seria “¿Realmente que está sucediendo?”

Jaejoong mordió su labio, rehuyendo mi mirada, moviéndose un poco para liberarse.

“Debería irme.” Dijo quedito.

“Nada de eso. Creo que te hice una pregunta. Más allá de esto” Señalé el pequeño desorden en mi cocina, después lo tomé por los hombros,  y de ahí, avancé mis manos hasta sus mejillas, acunándolas con casi ternura,  con casi  con demasiado cuidado. Trate de convertirme a un tono suave. “¿Qué está sucediendo contigo?”


“¿A qué te refieres?” Tomó mis dedos, tratando de deshacer mi agarre.

“¿Ya no me quieres?” Le pregunté,  pausadamente. Más por precaución. Dolía mucho decir esas palabras. “Porque ya no me besas. Ya no quieres estar contigo y ya no me llamas. Ya no me buscas para contarme de tu día.”

“Sólo he estado ocupado, Changmin.” Dijo entre dientes.

“¿Ocupado en qué? ¿Por qué  no fuiste a trabajar? ¿Por qué estas evitándome? ” Jaejoong se sonrojó.  “¿No vas a responderme?”

El negó con la cabeza.

“Me duele, hyung. No me dices nada y actúas como si no quieras estar cerca de mí.”

“N-no es eso, Min. Lo juro.”

“¿Entonces?”

“Después vas a saberlo. Ahora no es el momento.”

“¿El momento de qué?” Solté su rostro. “¿No es el momento para terminar conmigo? Si es eso, dilo de una vez.” Algo comenzaba  a sentirse vacío, romperse.

“¿Cómo puedes pensar eso? ¿Ah? Sabes que te amo.”

“No lo sé, porque yo…necesito…”Ahora, debía luchar con mis propias palabras. Habia estado reprimiéndome. Era hora de explotar: “¡Yo necesito que lo demuestres, cada cosa, por pequeña, pequeña que sea!  Ahora me doy cuenta que no puedo vivir sin ellas: cada llamada, y  tonto beso sorpresa  y los  te quiero, hyung ¡Me gustan!  Los necesito siempre. Y sé que a veces digo que es fastidioso, aunque en el fondo me encanta  pero  tal vez incluso tu estas cansado de eso.”

“Changmin. …“ El rostro de Jae lucía sorprendido. “¿Porqué…?

“¡Desde casi mes y medio has estado actuando tan frio!” Exclamé. “¡Dices escusas absurdas para no estar juntos! Y repentinamente quieres reunirte hoy conmigo. Bien…ahora estamos aquí y quieres irte. ¿Qué es todo esto? Me siento herido.”


Harto de exponer mis sentimientos, me sentía realmente patético. Di media vuelta y me alejé, dándole la espalda.

“Realmente te amo.” Era la tercera vez  que se lo decía.  “Sabes que puedes decirme si sucede algo.”

“Sucede que lo arruiné. No fui tan cuidadoso de nuevo. “Al decir eso, escuché sus pasos acercándose. “Dame otra semana, Min. Un poco más de tiempo para intentarlo de nuevo” Suplicó.

“¿Para qué, hyung?” Pregunté más que confundido ahora. “¿De qué estás hablando?”

Él se mordió el labio, renuente a decir algo más, entonces fue su turno de regresar y adentrarse en mi cocina.

Me quedé estático por unos segundos,  imaginando que era lo que se supone significaba su petición. Esa expresión tan apesadumbrada de ojos grandes y boca lastimándose  los labios….decidí que  sí. Fuera lo que Jaejoong estuviera  cavilando en esa cabecita torpe, debería aceptarlo, y cómo él ha solicitado, esperaría.

Entré a la cocina la cual estaba limpia ahora, y Jaejoong lavaba los trastes, qué en realidad no eran muchos.

Me acerqué a él, rodeando su cintura con mis dos brazos desde atrás, apresándolo fuertemente aunque se estremeciera un poco por mi toque.
Enterré mi cara en su cuello, aspirando su aroma a sol y vainilla. ¡Realmente lo habia extrañado, incluso eso!

¿Cómo soporte un mes sin abrazarle debidamente?
Lo hice hasta que terminó y se dio media vuelta. Jaejoong sonrió cuando lo acerqué más a mí.

“No vuelvas a ser tan indiferente. Llega a ser aterrador y duele.”  Casi imploré.

Jaejoong asintió solamente.

“¿Quieres quedarte?” Esta vez negó con la cabeza. “¿No vas a hablar?”

Él hizo un gesto, hizo como si un candado tuviese  en su boca y lo cerró con la llave imaginaria. Cuando fingió lanzarla, la atrapé,  siguiéndole el juego. Quise hacer como si  tocara su boca y quisiera abrirla, pero Jaejoong mordió mi dedo tímidamente.

No entendí su actitud, pero lo dejé pasar.  No lo detuve cuando se alejó de mí y fue a la sala para tomar sus cosas, sin embargo, lo seguí.

Justo antes de caminar hacia la puerta, Jaejoong  agarró mi nuca con su mano derecha, la que estaba un tanto roja por la pequeña quemadura y me besó rudamente. Moviendo sus labios, aún con más anhelo que yo, acariciaba mi cabello  y se pegaba a mí con desesperación.
Pero  hizo que lo soltará cuando lo tomé de las caderas.  
Alzó sus manos para que las viera, y mostró siete dedos, dando a entender una semana.

Asentí, aún con la respiración agitada, deseando con todas mi fuerzas volver a tocar su boca.





Cuando Jaejoong salió de excursión junto a la escuela secundaria donde trabajaba, por cuatro días, estuve muy ansioso esperando cada llamada. Hyung se habia escapado incontables veces a la recepción del hotel para poder hablar conmigo.

No fue tanto tiempo, sin embargo, pero lo habia extrañado mucho.

Esta semana fue peor.

Ni siquiera hablamos durante  siete 0,02 años, 0,23 meses, 1semana, 7 días,
168 horas. ¡100080 segundos! –Sí, a eso llegué, finalmente…

Hubiese preferido comer solo agua de ramen, de verdad.

Y ahora estaba tan cansado, luchando por enfocar la llave que abría la puerta de mi departamento.
Me habia tomado tiempo extra en el hospital, incluso ayudando a cuidar bebés  en pediatría para mantener mi mente ocupada y evitar hacerme embrollos en la cabeza por la incomunicación con mi hyung.

Cuando nos casáramos, definitivamente, adoptaríamos a un alíen o lo que sea, sólo  con que no  usara pañales.

Abrí la puerta, justo cuando bostezaba abiertamente. Sin embargo, todo el sueño se fue cuando vi las velas en la oscuridad de mi sala…. En el piso. Formaban  algo como un camino hasta la  puerta corrediza de cristal que daba acceso a mi azotea.

¿Qué era todo esto?
Habia dos posibilidades, un ladrón muy romántico habia decidió robarme, o Jaejoong estaba aquí, preparando algo.

¿Por qué me sentía tan jodidamente feliz al imaginar la razón?

Corrí la puerta con el corazón como si golpeara  mi quijada.

 Él…. Maldita sea, estaba ahí. Luciendo descaradamente como un angel. Con un pantalón beige y una camisa  blanca de cuello punteado, y largas mangas. Con la  expresión más hermosa que jamás allá podido verle. Sus pómulos sobresalían, reprimiendo una dulce sonrisa de casi nervios, con sus ojos tan grandes y sus cejas fruncidas graciosamente.
 Sus manos se escondían detrás de su espalda.

Cuando le vi a los ojos,  las mariposas carnívoras parecían querer devorar mi estomago, y mis pupilas se calentaron, cosquilleando las lagrimas.

Era perfecto verle.

“Yo….”

“¿Podría hablar?” Susurró él, asentí inmediatamente. “Ahora puedo hacerlo,  antes debía controlarme. La estúpida cajita quemaba mi bolsillo  para que te lo dijera. Por eso mi actitud estúpida. Nunca puedo callarme  cuando quiero guardar un secreto, mucho menos para ti.” Habló tan rápido que no estoy seguro si esas fueron las palabras exactas.

“Jaejoong, tú… ¿Esto es...? “ Me interrumpió,  hizo un ademan con su mano, de forma realmente tímida, para que me acercara.
Antes de volver a hablar, extendió sus manos y dobló sus codos, ese gesto extraño que solía  usar para tranquilizarse.

Esto…. lo compré cuando descubrí que te quería más como un amigo, más que como solo Mi Changmin. Realmente te amo como mi otra mitad.”
Sentí un nudo en la garganta, cuando vi una caja  igual a la que yo tenía preparada con el anillo para proponerle matrimonio.

Él debió malinterpretar mi expresión, pero respiro profundamente, quizás, para darse valor a sí mismo. Nunca, desde conocerlo, lo habia visto tan nervioso.

“Debe ser apresurado…yo. —Quisiera---, es decir…. Toda mi vida…” Tartamudeaba, lamía sus labios e intentaba  que sus palabras tuviesen sentido.

“Dilo.” Pedí con un hilo de voz. “Habla más fuerte, Jaejoong.” Me acerqué a él, tomándolo por los hombros.

Jaejoong me sonrió con sus bonitos ojos húmedos y la garganta un tanto seca por el nerviosismo.

Ese chico en verdad creía que yo sería capaz de decirle que no. 

Mordí mi labio inferior.  El viento removía mi cabello molestándome , cuando vi como sacaba un anillo idéntico al que yo quería darle, cuando mis ojos fueron ocultos por algunos mechones y de un momento a otro las puntas se volvieron húmedas y mojaron mis pómulos y mejillas. Quizas, debería aceptarlo, estaba llorando.

Oculté el rostro con el dorso de mi mano, esperando porque Jaejoong comprendiera mi comportamiento (porque yo no lo hacía en absoluto) y reaccionará a poner aquel anillo de oro blanco en mi dedo anular y mejor  se callara cualquier pregunta que me hiciera hablar y avergonzarme entre sollozos.

Pero él sólo no se movía, y lo sostenía inseguro con ambas manos, sorprendido por verme así.
 Y  yo...yo…de verdad habia creído que quería terminar conmigo, pero en realidad era esto y no podía estar más agradecido por cada particula vital que nos rodeaba ahora.

Cómo Jaejoong no reaccionar  a continuar,  me cansé de esperar  y estiré de  su camisa, rodeé sus hombros con mi brazo derecho, luego usé mi otra mano para tomar el anillo  y encajarlo donde  pertenecería para siempre.

Jaejoong correspondió el extraño abrazo, apretando la tela de mi camisa, aferrándose a mí y enterrando su rostro acalorado en mi cuello.

“Entonces vamos a casarnos.” Le dije bajito, por el simple placer de saborear cada letra. Jaejoong asintió en silencio, apretándose más a mí.

De repente hubo algunas explosiones, esas que son seguidas de coloridas luces sobre el cielo oscuro.

Fuegos artificiales.

Supe que eran de Jaejoong para mí, y, diablos, no podía dejar de lagrimear patéticamente. 
“Debería besarte ahora pero estoy avergonzado” Escuché que susurraba. Sonreí apresándolo aún más.

“También yo.” Suspiré, secando mis mejillas con la tela de su  hombro, después me alejé un poco y levanté su mentón con cuidado.

Toqué sus labios, de forma más lenta. Sentí su sonrisa contra mi boca  y cerré los ojos, disfrutando cada vez más el secretamente anhelado contacto. Ambos estábamos deseosos. Extrañábamos cada parte de nuestros cuerpos.

Hice una pausa para relamer mis labios y  llenarme aún más de la esponjosa textura de la piel roja de su boca. Apreciando la humedad de su lengua, tratando de entrar y encontrarse con la mía, suspiré de pura anticipación.

Por suerte mi sala no se incendió al dejar las velas prendidas toda la noche, entonces tendríamos que haber salido desnudos para evitar ser quemados vivos.

Sus cabellos castaños cosquilleaban mi pecho, mientras yo acariciaba la pequeña manchita morada que habia dejado en su hombro. En realidad eran muchas. Todas para compensar un mes.
Estábamos desnudos, cubiertos por mi chaqueta en la azotea. Toda la casa olía a cera derretida. Una 
locura. 
Y sólo era el principio.


Mientras Jaejoong, finalmente, (podría volver a llorar por este momento ) preparaba mi desayuno,  dejó los boletos para casarnos en las Vegas sobre la barrita donde yo estaba sentado. El vuelo salía en unas horas.

“¿Cómo pudiste pagarlos?” Pregunté  sin poder ocultar el asombro en mi voz.

Al parecer tenía menos de veinticuatro horas para mi turno de pedirle matrimonio antes de  la ceremonia, debía pensar rápido.

“Trabajos extras.” Respondió encogiendo los hombros. “Estaba  algo cansado por eso, no dejaría que lo notaras.” Alargó su mano para alcanzar la mía que sostenía los palillos, después sosteniéndola entre las suyas. Dio pequeño beso en el dorso de mi mano. “No es por que quisiera evitarte.”

Sentí un calorcito en mi pecho, más allá del estremecimiento por el toque de sus labios.   Mis mejillas se sonrojaron y quise golpearlo y besarlo dando todo de mí. Jaejoong  era un torpe, un  egoísta, no le interesaba si mi corazón latía tan rápido hasta colapsar y detenerse. Podría morir por su culpa.

¿Cómo podía estar enamorado de alguien así?





4 comentarios:

Unknown dijo...

Hola y sigo llorando. Es que perfecto, Evy, ¿te lo había dicho? Siento que jamás en mi vida voy a dejar de decirlo.

El fanfics acaba de formar una dependencia en mí, de querer leerlo siempre y de imprimirlo y de mucha otras cosas.

Cuando Jaejoong estaba distante y después de todo el miedo que me metiste (SÍ, ESO FUE CRUEL!!), realmente pensé que uno de ambos moría o que uno era infiel o... omg, pensé lo peor.

Me gustó tu Changmin, me gustó tu Jaejoong, me gustó tu Junsu... me gustaron todos, todos y cada uno de ellos. Cada personaje. OMG, cada palabra usada era como estar leyendo a Changmin. Y cuando... cuando le dice que nunca más le deje de mandar las cosas, que no le importa que si es cargante, que lo ama así como es... Yo ahí exploté. Fue mucho para mí. Esto sigue siendo mucho para mí.

Jamás, lee, lee, JAMÁS, me podrás decepcionar de lo que escribes. Si me pudieras ver ahora, Evy, te reirías de mí. ¡Continúo llorando! Y estoy segura seguiré por el resto de mi vida cada que lea este ff. ¡ES QUE ES PERFECTO!. . . Tiene todo, todo, todo, lo que me gusta, te lo juro. Siento que me llenó por completo. No pido más, te lo juro ;A; ♥

Gracias, gracias, mil, veces gracias por este regalito, Evy. mjashfksjghg. No lo supero, es demasiado perfecto.

GRACIAS, y gracias, y y gracias, otra vez. En serio. Esto es mucho para mí ;A;♥.

Te amito, te amito, Eeeevyyy. Hiciste que llorara (aún lloro) como boba, pero no importa, vale la pena y seguiría así. Y a´´un así te quiero skfjgd♥.


¡¡GRACIAS!!

Elsa Mendoza dijo...

Demasiado Wow, me sentí algo asustada al principio, lo amé totalmente. De principio a fin me encantó... incluso la forma en que le pidió matrimonio y todo lo que hizo para poder casarse. Todo es realmente... Wow, muchísimas gracias por compartir, escribes genial ;____;

Emerald dijo...

Tontos¡¡¡¡ -llora a mares- . Gracias por el fic (si, es impresionantemente largo este comentario)

Anónimo dijo...

simplemente hermoso todo lo q escribes es hermoso