Diez millones de dólares.
¿Era alguna clase de broma?
Era demasiado dinero. Más de lo que ganaría en toda su vida. No podría conseguir ese dinero nunca. Aún vendiendo todas sus cosas, las cuales no valían ni siquiera la decima parte de las botas que estaba usando ese castaño.
Por su mente, cruzó la idea de escapar pero después lo
reconsideró. ¿Por qué rayos haría eso si él no lo habia robado? Pudo haberle
pasado a cualquiera, incluso a ese niño rico.
Pero ni siquiera se atrevía a abrir los ojos, aunque
hubiese despertado hacía un buen rato. Debería fingir estar en coma, pero que fuese a
causa de un desmayo era completamente increíble y menos si este se debía
simplemente a no haber comido bien los últimos días.
No sabía a donde estaba. Sólo sabía que habia diez millones de dólares en esa mochila que había tomado por error y,
que por cierto, le robaron. El chico que conducía a su lado podría meterlo a la
cárcel, y que EunJae estaría molesto, para rematar.
Tantos problemas para alguien que es inocente. Jamás, en
toda su patética vida, por más que no hubiese comido en casi una semana, habia
robado. Aunque hubiese caído realmente bajo en lo que hacía para poder
sobrevivir, nunca cometió un crimen.
¿Iría a la cárcel de esa forma? Bueno, al menos en la
cárcel les daban comida…
—Sé que estas despierto.
Su ritmo cardiaco se detuvo.
—Vamos, dime donde está tu casa—escuchó la voz modulada.
JaeJoong se armó de valor, abrió los ojos para después
ahogar un jadeo de sorpresa.
Su cuerpo estaba envuelto por una delgada sábana blanca.
—¿Q-que es esto?—Susurró reincorporándose en el asiento
copiloto.
—Estas sucio. ¿Piensas que te dejaría subir así? —JaeJoong
intentó quitársela liberando un brazo, ChangMin lo detuvo tomando su mano. —Si
lo haces, tendrías que salir inmediatamente.
—No estoy sucio, me bañé esta mañana —siseó frunciendo el
ceño.
—Como sea, sucio o no, nunca he subido a nadie desconocido a mi auto.
Deberías estar agradecido de subirte a este hermoso Jaguar — ChangMin quien
tenía la vista fija al frente, se giró para mirarlo con resentimiento y ordenó:—Dime donde
está tu casa.
— ¿Para qué quieres saber? ¿No voy a ir a la cárcel?
—¡Ah!—Exclamó el menor—Así que admites haberlo robado.
—¡No! Ni siquiera sabía que tenias ese cheque en tu bolso—Ni siquiera habia abierto la billetera, ni siquiera lo tuvo por más de diez
minutos. JaeJoong hizo su cabello hacia atrás, con su rostro frustrado. Debió
haber dejado que EunJae hyung fuera a buscar al sujeto que robó el bolso.
Así hubiera evitado esto.
Envuelto en una cobija suavecita hasta el cuello, en un auto caro,
debiendo diez millones de dólares. Parecía una jodida pesadilla.
— ¿Y bien? —Apremió el otro.— Iremos a buscar mi cheque,
seguramente debes tenerlo escondido por ahí.
JaeJoong a punto de responder, cayó, dándose cuenta de
algo. No podría traer a este tipo con EunJae, su hyung podría malentender y
molestarse.
—Yo…— Desvió la mirada. — Yo… no tengo casa. — respondió,
aunque no fuese del todo una mentira.
—No te creo, dijiste que te habías bañado ¿No? ¿Dónde si no
en tu casa? — apuntó.
—Hay saunas donde puedes bañarte. Lo hago a menudo desde
qué… ya no pude pagar el alquiler. — mintió.
ChangMin le miró aún sin creérselo por completo. Por casi
un minuto ambos se observaron mutuamente.
JaeJoong con algo de miedo pues después el castaño habia
comenzado a reírse estrepitosamente mientras aplaudía.
— ¡JAJAJAJAJA! ¡ESTO ES PERFECTO!
— ¿Lo es? — preguntó extrañado, sin entender el sarcasmo.
—No voy a tener dinero por todo un año para mí solo.
¿Cuál es el problema después de todo?
JaeJoong tragó saliva, ChangMin se habia desquiciado. Por
más agradable que resultara ver esa mueca con sus ojos chocolate asimétricos.
Era una risa histérica. El
castaño limpio dos pequeñas lágrimas con su dedo índice.
Se habia estacionado frente a un local de postres.
—Ahora vuelvo. — murmuró, después de ajustar la sábana, más
bien amarrando ambos brazos de JaeJoong con una de las esquinas.
JaeJoong estupefacto ni siquiera opuso resistencia.
Minutos después regresó el menor con una pequeña caja
rosada. Como las que se veía en los comerciales durante los descansos en el
club.
—Es pastel helado. — dijo mientras la abría y despegaba el
tenedor de plástico. — Te daría un poco, pero me caes mal.
JaeJoong jamás en su vida habia comido pastel, ni helado,
ni nada de esas cosas. Una vez al mes comía comida coreana, pero generalmente
lo que comía era ramen, arroz, acelgas, espinacas… una vez EunJae le regaló un
paquete de galletas de chocolate, así que debería saber algo parecido a eso.
JaeJoong volteó la cabeza cuando el aroma dulzón penetró su nariz. Comenzaba a
hacérsele agua en la boca.
¿ChangMin estaba torturándole?
El menor estaba levemente sorprendido. Si él estuviera en
el lugar de ese pobre diablo definitivamente no lo soportaría.
¡Era pastel helado!
Le miró como si fuese un bicho raro.
—Eres extraño…— comentó. — Bueno, no importa. Dejemos esto
claro. Me debes diez millones de dólares.
—Sí. — susurró el pelinegro. Esas palabras aún parecían
irreales, sin embargo provocaban el mismo temor.
—Tienes una gran deuda ¿eh? Y es imposible pagármela ahora
¿o me equivoco?
—Obviamente. — JaeJoong puso los ojos en blanco.
—Esto es lo que haremos: — ChangMin dejó a un lado la caja
rosado. — Tienes una pequeña salvación. Una pequeña, pequeña salvación. —
Levantó su mano derecha, juntando su dedo índice y el pulgar.
JaeJoong asintió, esta vez, completamente atento a sus
palabras.
—Si contacto con ese abogado y le digo lo sucedido tal vez
me dé una forma de cobrar el dinero sin necesitar el cheque que tú te robaste.
— ¡No me lo robé! — exclamó pataleando muy apenas.
—Shh— ChangMin hizo ademán de calmarlo. — Mientras tanto,
no puedo perderte de vista. — Pausó sus palabras, adoptando una expresión
pensativa — Así que…
Con lentitud tomó un mechón de cabello negro de JaeJoong,
quien se estremeció un poco por la cercanía.
El castaño parecía examinar algo, después tomó ambos lados
del rostro de JaeJoong, inclinándose un poco, pasó sus delgados dedos sintiendo
la textura de la piel blanca.
“Suave” pensó ChangMin. — Bien…— murmuró para sí mismo.
Se acercó un poco más, oliendo el cabello del chico que le
miraba como si estuviera loco. ChangMin hizo una pequeña mueca. — No hueles tan
mal. Con un buen baño podrías cambiar para bien. Tienes algunos detalles
mínimos pero…
JaeJoong le dio un tic en su ceja derecha. ¿Ese niño rico
estaba hablando de él como si fuese un objeto?
—No estás tan mal. — Si, lo estaba haciendo.
—Gracias. — dijo sarcástico.
—Bien, mientras te quedarás en mi casa. No pareces estar
tan sucio así que te dejaré. ¿Perfecto para ti, verdad? No tienes casa, la mía
es un techo para poder sobrevivir a la fría noche y esas cosas que piensan
ustedes. — JaeJoong estaba seguro, el tipo habia enloquecido.
— Pero solo será mientras hablo con el abogado, y a ti te
tendré vigilado mientras buscas al ladrón — Hizo unas comillas con sus dedos—
en dado caso en que no llegué a ningún acuerdo con él, pero tu recuperes el
cheque no pasará nada. Pero si ninguna de las dos cosas funciona, bueno… pues….
ChangMin sonrió amistosamente, sus ojos redondos se
volvieron dos medias lunas asimétricas.
—Morirás en mis manos. — terminó ampliando su sonrisa.
JaeJoong le miró sorprendido con la boca abierta. ¿Por qué
de todos los clientes del club tuvo que tropezar con el que estuviera
desquiciado?
Comenzó a negar con la cabeza. — No, no puedo vivir en tu
casa y…
— ¿Ah? ¿Entonces quieres pasar directamente a la parte en
donde te asesino y vendo tus órganos para recuperar mi dinero?
—Estás loco. — susurró.
—Vale, no te mataré. — ChangMin puso los ojos en blanco. —
Pero de una u otra forma tendrías que pagarme, créeme qué prefieres la opción
que te dí antes que tenga que llamar a la policía.
Oh, eso no es escuchó bien para JaeJoong.
— ¿Tiene que ser en tu casa? — preguntó.
De ser así, ¿Qué haría con EunJae hyung? ¿Realmente iría a
meterse en la casa de un desconocido de nuevo? Al menos su hyung habia
resultado ser un tipo más o menos decente, bien no, pero al menos no lo habia
matado aún. Pero este Shim ChangMin aunque fuese algo gracioso, en realidad
parecía un inestable por momentos.
— ¿Dónde más? Si tú no tienes. No puedo rastrearte todo el
tiempo si vives en la calle y además tienes ese trabajo tan lejos de aquí… Te
conseguiré un trabajo nuevo… tal vez YooChun me ayude con eso.
JaeJoong observó incrédulo como ChangMin sacaba un lujoso
celular y comenzaba a marcar un número. De verdad estaba hablando en serio.
Esto estaba fuera de lugar, no podía simplemente decir que sí.
Además ¿Cómo encontraría al sujeto que le robó el bolso? Es
cierto que vio su rostro pero para empezar, buscarlo era peligroso. JaeJoong
recordó al sujeto desgarbado, no más de treinta años, un piercing en la ceja
derecha, pelinegro y de piel oscura con ojos pequeños. Un típico carterista de
su barrio. Tendría que regresar por la noche al mismo lugar y buscarlo por sus
alrededores.
Comenzando a pensarlo seriamente, ir a la cárcel de verdad
empeoraría todo. Caería aún más bajo que ahora, sin mencionar de lo que se
hablaba de la prisión.
Si era difícil sobrevivir en la calle, en la prisión
estabas muerto.
Un escalofrío recorrió su espalda.
—Sí. — dijo impulsivamente. — Lo haré.
ChangMin no lo escuchó.
— ¿YooChun? ¿Aun estas en clases? ¿Me haces un favor? ¡Hey
no estoy haciendo nada sucio! No fue por eso que no llegué a clases. — JaeJoong
creyó ver extrañado como esos pómulos altos se sonrojaban. — ¿Me ayudas o no?
JaeJoong desvió la mirada de ChangMin al darse cuenta que
estaba observándolo muy detenidamente, decidió hace un segundo intento por
liberarse de los agarres en sus manos. Estaba atado como si tuviese una camisa
de fuerza.
“Y el loco es él…” pensó irónico. Volvió a
prestar atención a lo que decía el castaño.
— ¿Y es cerca de mi casa? — ChangMin tomó la pequeña caja
de nuevo. ¿Cómo demonios podía hablar tan perfectamente mientras se llenaba la
boca de nieve? — No me importa si la paga es buena. — Con la mano que sostenía
el tenedor, alzó su pulgar arriba hacia JaeJoong — Después de todo debían
pagarle una miseria en ese club ¿no viste su ropa? Ni siquiera me recuerdes su
cabello.
El pelinegro tuvo unas ansias incontenibles de golpearle,
aún más de las que ya sentía.
—YooChun, voy a estar manteniéndome de las tarjetas de
crédito por un buen tiempo porque ya sabes que el estúpido viejo nunca me paga,
luego te cuento… ¿eh? ¿Cómo quieres? ¿Qué? ¡Fue peor pedirte un favor! ¡Nunca
se te puede pedir algo! ¿Verdad? ¡Está bien! ¡Realmente! ¡GRACIAS Y ADIOS,
IDIOTA! ¿Qué se supone…? Lo que sea.
ChangMin colgó, dejando su celular en la guantera, suspiró.
Parecía frustrado, pero según JaeJoong parecía estar a punto de romper el
tenedor.
—Ese YooChun…. — masculló por lo bajo. Dio otro bocado de
nieve, el frio le hizo sacudir un poco su cabeza como si eso disminuyera la
sensación helada en ella. — Al menos tienes trabajo. — comentó.
—No te lo pedí…
—Es de medio tiempo, pero te pagarán el doble que en el
club ese. — Hizo un gesto despreocupado. — Hay algunos requisitos mínimos.
Dándose por vencido, preguntó: — ¿Y qué es?
— Ahm… ¿Conoces los Starbucks?
— ¿Estarde booggs?
— ¿Has trabajado en cafés, no? Eso es un Starbucks.
— Ahh...
—Bien, dejemos eso de lado. Solo tienes que arreglar tu
apariencia, actuar amablemente… demasiado amable — murmuró para sí mismo más
que para JaeJoong. — y hacer de camarero, es fácil. Consentir al cliente, tú
sabes. Le sirves el café y sonríes.
—Entiendo…creo.
—Te explicaré mejor más tarde. Empiezas pasado mañana. Así
que tenemos el día de hoy para cambiar un poco tu apariencia para esta noche.
— ¿Esta noche?
—YooChun me dio como condición para darte el trabajo que te
llevara a la cosa de caridad de su familia. Tendré que comprarte un buen traje
y un corte de cabello de verdad. — ChangMin levantó un mechón del cabello negro
que cubría el cuello blanco. — El cabello me va a salir más caro.
— ¡Hey!
—Vamos… no te quejes… vas a terminar debiéndome más ¿Qué
importa comparado a diez millones? — JaeJoong hizo un gesto angustiado “Diez
millones” comenzaba a sentir un trauma cada vez que lo escuchaba. ChangMin
encendió el auto de nuevo. — Tal vez te quede uno de mis trajes…
Murmuró pensativo.
Después de un par de minutos, el volvo dio vuelta en una
concurrida avenida llena de negocios. Se adentró a una calle y el paisaje
cambió a grandes casas. Esas residencias perfectas con colores similares.
Se detuvo en una de las casas más grandes en la esquina,
tres pisos, colores beige con barandales negros.
—Aquí es. — ChangMin bajó del volvo. Lo rodeó y abrió la
puerta del copiloto.
JaeJoong aunque lo intentó, no pudo moverse. Envió una
mirada obvia a ChangMin. El menor pasó una mano por las rodillas y otra por su
espalda, cargándolo rápidamente hasta situarlo fuera del vehículo. Después lo
puso de pie y deshizo el agarre en las manos de JaeJoong.
—Pudiste haberme soltado dentro. —murmuró JaeJoong mientras
le devolvía la sabana.
— ¿Y qué pisaras la alfombra con esas cosas? — Señaló los
viejos converse que llevaba puestos antes de sacar las llaves de sus bolsillos.
JaeJoong rodó los ojos. — Tíralos antes de entrar.
Cuando entró a la casa de ChangMin supo que estas clases de
verdad existían. Un reluciente piso de madera claro, las paredes blancas con
tonalidades grises y aquellos lujosos y caros muebles de diseñador.
De repente el menor llegó con un pequeño control blanco y
lo apuntó a un extraño aparato colgado en la pared.
Un liguero sonido y la habitación comenzaron a cambiar de
temperatura.
—Wow… — ChangMin observó a JaeJoong volverse hacia él con asombro
en esos grandes ojos oscuros. — ¿Qué acabas de hacer con eso?
—Es un control, apuntas, enciende, enfría. — ChangMin elevó
los hombros. — ¿No lo conoces?
—Una vez tuve un calentador que tambien cambiaba la
temperatura. — El menor suspiró no creyendo que de verdad estuviesen teniendo
una conversación así.
—Como sea. — entró a una de las habitaciones y regresó con
un par de toallas. — Date un buen baño. No es que apestes pero… ¿por favor? —
apuntó a una puerta blanca.
JaeJoong frunció el ceño, no se bañaba con agua helada solo
para que le dijeran que seguía sucio. Tomó las toallas que le eran ofrecidas y
entró.
Antes de desvestirse. ChangMin entró sobresaltándole un
poco.
—Ten. — le entregó una botellita lila. — Tu cabello esta
algo maltratado… ahm… esto te ayudará. Tomate tu tiempo, intenta quedar muy
limpio. — Antes de salir se acercó a la bañera y nivelo la temperatura del agua
a tibia. — Listo.
JaeJoong se quitó sus ropas, olisqueándolas. Era cierto que
no olían delicioso pero no era como si el jabón que usaba oliese tan mal. Bien,
en realidad. la ropa olía a cloro, pero era el único que completaba.
Al darse la vuelta se sorprendió, era un enorme espejo de
cuerpo completo con un marco dorado muy elegante, tan grande como la pared de
donde colgaba. JaeJoong rápidamente entró a la bañera, algo apenado, nunca se
habia visto desnudo a sí mismo en un espejo tan grande…todo su cuerpo, con
aquellas marcas rojizas. Se dio cuenta que ya no era un esquelético muchacho
como cuando vivía en la calle.
Comenzó a lavar su cabello con el liquido que le habia dado
ChangMin. Olía delicioso. Decidió enjuagarlo hasta último. Después de eso tomó
una extraña esponja rugosa y se talló a conciencia con la espuma ocasionada por
la sustancia en un botecito naranja. No dejó de tallar hasta ver como su piel
se enrojecía.
Se enjuagó completamente, una sensación refrescante a menta
en su cuerpo.
Enrolló una toalla en su cabello y se puso la bata, con
cierta timidez abrió la puerta color blanca pero solo asomó su cabeza mojada.
Estaba a punto de decir que ya habia terminado, cuando
visualizó a ChangMin caminar rápidamente por el pasillo con sus
desgastadas ropas. ¿Cuándo habia entrado al baño que no se dio cuenta?
— ¡¿Hey, que haces?! — le gritó cuando el menor salía.
JaeJoong salió completamente del baño para seguirlo cuando regresó con las
manos vacías. — ¿Qué hiciste con ellas?
ChangMin le miro como si fuese obvio. — Las tiré. ¡Oh, si
te ves más blanco!
Ambos se vieron uno al otro por un largo momento.
—Es lo único decente que tengo.
—Por favor. — ChangMin rodó los ojos. — Sígueme.
*
* *¨.*
— ¿Es en serio? — preguntó JaeJoong mientras se veía en el
espejo.
Llevaba un pantalón corto un poco más arriba de las
rodillas y una sudadera negra de NII.
— ¿Y ahora qué?
—Esto es demasiado caro. ¿De verdad me estás dando todo
esto? — Le vio asombrado. ChangMin estaba recargado en el marco de la puerta,
detrás de JaeJoong quien se veía en el enorme espejo del baño.
El castaño asintió: — Sí. No te preocupes, me vas a dar tu
paga quincenal. Eso lo compensa y tal.
—Entonces lo estas vendiendo…no--
—Casi te lo estoy regalando. —ChangMin se encogió de
hombros. — Es un buen descuento.
JaeJoong estaba a punto de decir algo a eso cuando el menor
apagó las luces de la habitación.
— ¿Ya no vamos?
Asintió inseguro. — ¿A dónde exactamente?
—A deshacernos de ese look de Blancanieves. — ChangMin le
pasó un par de balerinas a JaeJoong. — Aunque aún no entiendo… — Ambos
caminaron hasta el lobby, tomó las llaves de su volvo.
— ¿Qué? No he tenido tiempo de cortarlo.
—No me refiero a eso. ¿Por qué YooChun querría que vinieras
si ni siquiera te conoce?
El pelinegro recordó como ese tal YooChun habia
malentendido todo por la mañana. Se sintió un poco nervioso de que aquel
muchacho quisiera hacer de Cupido o algo por el estilo.
—No sé.
—Como sea, vámonos.
Esta vez ChangMin no obligó a JaeJoong a que se enredara en
la manta blanca para no ensuciar su Volvo. Habia insinuado a que se metiera en
la cajuela del auto, pero al ver la mirada de “prefiero caminar” del mayor tuvo
que dejarlo entrar. Descalzo, por supuesto.
—Al menos estas limpio ahora. — murmuró ChangMin a la vez
que encendía el volvo.
JaeJoong sólo puso los ojos en blanco, rogando por
paciencia.
— ¿Y porque tenias esa manta aquí? — preguntó después de
unos silenciosos minutos.
—A veces me da frio cuando debo dormir aquí— elevó los
hombros.
*
*
— ¡NO! ¿Estás loco? Ni en un millón de años me teñiré el
cabello.
—Vamos, vamos, solo era una sugerencia. — susurró ChangMin
mientras se sentaba en una da las sillas de la peluquería. La dependiente
miraba con incomodidad la pequeña discusión sin saber qué hacer.
—Dije que no.
—Te verías mejor. No tan pálido. ¿Verdad que un castaño se
vería bien en él? — le preguntó a la chica. — Se ve bien en mí.
—Venimos a cortarme el cabello. Ni siquiera quería
cortármelo.
—Bien, bien… sólo haga un buen corte por favor, que no
parezca princesa de Disney. — Le indicó. JaeJoong estaba a punto de
contradecirle cuando se vio en el espejo, era verdad, su cabello se ondulaba en
las puntas que llegaban casi a los hombros, su cabello era casi parecido a
Blancanieves.
Al final de todo. ChangMin también se hizo un corte,
dejándose un flequillo uniforme cubriendo la frente y con el cabello más
corto en la parte de atrás. También se tiñó el cabello a color negro.
— ¿No decías que el castaño era mejor o algo así? — le
preguntó JaeJoong mientras caminaban por las calles de Insa-dong
—En mi se ve bien el negro o el castaño por igual. —
respondió indiferente, con su atención en busca de algún lugar para comprar
algo para comer.
JaeJoong le miraba de reojo. Tentado en salir corriendo en
cualquier momento, escapar del extraño chico que podría enviarlo a prisión,
aunque claramente su intención nunca habia sido el robarle. ¿Pero quién le creería?
Se notaba que ChangMin era una persona importante. Su casa estaba llena de regalos, premios, reconocimientos, e incluso
tenía algo así como discos de oro.
No podría asegurar si fuese algún artista o algo así,
aunque tuviese toda la apariencia de ser uno. De cualquier forma estaría seguro
que nadie le creería si decía que no habia sido su intención perder diez
millones de dólares.
El plan que le habia propuesto, o más bien, impuesto
ChangMin era su mejor opción.
Tendría que pedirle ayuda a EunJae hyung para encontrar al
tipo que habia intentado…
— ¡EunJae! — recordó. Tenía que haber regresado hace más de
dos horas. Y eso no era lo peor, tenía que pensar en que excusa que decirle
para ya no vivir en su departamento. — Tengo que irme, ChangMin-ssi. ¿ChangMin?
El menor no estaba por ningún lado de la transitada calle.
Caminó lentamente hacia atrás, reconsiderando el escapar del ahora pelinegro.
Sin embargo, fue peor hacer eso, al no ver por dónde iba chocó de espaldas
contra ChangMin haciendo que este tirara la brocheta de pescado al suelo.
—Ahora no solo me debes una fortuna, si no el almuerzo. —
comentó tranquilamente el más alto.
JaeJoong aún no se recuperaba del susto, sin embargo, no
pudo evitar preguntar: — ¿Y el pastel de esta mañana?
—Por favor, ese no fue un pastel tan grande. Solo fue un
bocadillo para abrir el apetito. — ChangMin movió desinteresadamente la pequeña
brocheta con la punta del pie. — Vamos a comprar otra cosa entonces.
El mayor estaba a punto de excusarse para marcharse de ahí
cuando un fuerte ruido provino de su estomago.
— Alguien tiene hambre. — comentó ChangMin. — Vamos, no soy
tan mala persona… te compraré algo ¿sí? — El menor señaló un pequeño
restaurante con aires parisinos en la esquina. — Hay buena comida ahí.
El edificio tenía algunas mesas para comer afuera. ChangMin
se sentó en una de ellas, seguido por JaeJoong. Enseguida el mesero le entregó
a ambos los menús.
— ¿Qué quieres ordenar? — preguntó.
—No entiendo mucho, todo está en ¿italiano?
—Entonces escoge el nombre que te guste más ¿u ordeno por
ti?
—Por favor. — susurró JaeJoong algo apenado, dejando su
menú de lado. ChangMin le dijo dos nombres raros al mesero, con una reverencia
el señor se retiró.
En los segundos siguientes hubo uno de esos incómodos
silencios. JaeJoong comenzó a hacer ruido con los dedos en la mesa justo al
mismo tiempo en que ChangMin lo hacía.
Ambos se detuvieron inmediatamente, bajando sus manos.
JaeJoong suspiró.
Tres minutos más y se sentían aún más incómodos.
—Y… ¿al menos el corte me queda bien? — preguntó finalmente
el mayor. Habia recargado su barbilla en la palma de su mano, totalmente
aburrido.
—Decente. Tu rostro se ve diferente. No te preocupes,
podrás pasar como una persona normal en la cena.
—Ah gracias. — respondió sarcástico.
—De nada.
—…
—Esto…
— ¿Sí?
—Esto es extraño… Estoy invitando a comer al ladrón de mi
herencia, ya sabes.
—No me lo robé. Jamás le he robado nada a nadie,
ChangMin-ssi.
—Es verdad, no pareces un sujeto peligroso. — comentó
pensativamente el menor. —Pero las apariencias engañan— puntualizó mirándole
sospechosamente.
—Pues en tú caso, no. Eres exactamente lo que pareces ser…
— se apresuró a decir sin pensar.
Sus palabras hicieron reír a ChangMin. — ¿En serio? ¿Y que
se supone que soy, entonces?
—Am… ¿un pequeño mimado? Uno de esos niños ricos que lo
tienen todo. ¿Quizas? Es decir. ¿Quién a tu edad tiene diez millones de
dólares?
ChangMin sólo elevó los hombros, siguiendo el juego —: Por
supuesto. — murmuró. — Sólo se te escapan ciertos detalles, como que nunca
conocí a mis padres y am… por cierto, son sesenta millones, no diez. ¡Pero es
divertido eso de “pequeño mimado”! Nunca creí que… no supieras quien…. Debo reírme.
Soltó una pequeña carcajada, mientras el mesero le servía
una copa de vino.
JaeJoong abrió los ojos sorprendido. — ¿Tienes más dinero?
—Sí. Pero ni siquiera pienses en robármelo. Es imposible,
están en un banco del extranjero justo ahora. Un pobre ladrón de baja categoría
como tú no podría efectuar un robo maestro como ese.
—No lo robé ¿es tan difícil de entenderlo? — JaeJoong alzó
la voz, exasperado por las veces en que ChangMin le llamaba ladrón. — Fue tan
sólo mala suerte. Justo tenías que tener un bolso igual al mío, teníamos que
intercambiarlo accidentalmente y tenían que robármelo precisamente.
—Cierto o no. Eso no me importa. Escucha, Blancanieves.
—ChangMin le señaló con el dedo, de forma amenazante. — Es muy difícil que
recupere ese dinero sin el cheque. Y no pienso darle el gusto a mi hermana de
que ella pueda cobrarlo, porque estoy seguro de que esa víbora moverá a todos
sus contactos para obtenerlo. Asi que no pienses que te libraras de esto
fácilmente. Necesito que recuperes ese cheque como puedas.
—Pero…
—Y no pienso dejar que te escapes corriendo o algo así. Te
mantendré vigilado, asi tenga que esposarte a mí.
— ¿Entonces como piensas hacer que voy a encontrar ese
cheque si vas a tenerme esposado?
—No es en sentido literal. — ChangMin rio. — Mañana
regresaremos a ese lugar donde “te asaltaron” y buscaremos al sujeto que se
llevó el bolso.
Los dos chicos se observaron con los ojos encendidos, como
si de una batalla se tratara.
—Esto es estúpido.
—No me importa, quiero mis diez millones este año.
— ¿Qué? — JaeJoong abrió los ojos aún más. Enojado. — ¿Eres
un enfermo del dinero? ¿Ah?
—Es para largarme a otra parte. — El menor de repente dejo
de mirarlo con desdén. — Es... importante...para mí.
JaeJoong no pudo decir nada a eso, las dos lasañas estaban
ya servidas en la mesa y ChangMin ya habia comenzado a comer. Pero lo que
realmente lo dejó sin palabras fue el intenso sonrojo en las mejillas del
menor.
Se removió incomodo en su asiento, no sabiendo si era
correcto empezar a comer algo que no habia comprado por él mismo.
ChangMin sin dejar de mirar su plato le dijo
atropelladamente. — Come o se enfriará.
Tímidamente, tomó el tenedor y el cuchillo. Imitando los
movimientos de ChangMin, cortó un trozo de la lasaña con verduras. Justo antes
de comerlo se escucharon algunas exclamaciones de sorpresa.
El sonido de una motocicleta deteniéndose lentamente
no le llamó la atención.
Sin embargo, la voz de su hyung le cortó la respiración. Un
escalofrío recorrió su espalda.
Justo ahora sus problemas habían aumentado.
—JaeJoong. ¿Qué estás haciendo?
2 comentarios:
Nueva lectora!!!
Oh... ahora empiezan los conglictos!!!
Ya me enganche, muy buena historia :3
Pobre Jae no sale de una para entrar en otra, ahora creera que HJ es complice de Jae por haberle mentido.
Mejor que le ayude a buscar al ladrón. Me preocupa que HJ ande armado...
Gracias!!!
Publicar un comentario