—¿¡Que te sucede!? ¡Tú nunca me
has hecho esto!— Changmin vociferó, golpeándolo con las dos manos echas
un puño. — ¡Y justo ahora!
Un día mientras él y
Jaejoong bromeaban en el carro del primero, llegaron a la conclusión de que el
volvo merecía tener un nombre.
—¿Cómo te atreves, Naruhodo?—
gruñó al aludido, mientras intentaba arrancar de nuevo, pero el vehículo
parecía no querer hacerlo. Una razón era que su tanque estaba vacío de
gasolina, y aún así el castaño, tercamente, no se daba por vencido en que por
algún milagro este finalmente encendiera para poder largarse de ahí.